martes, 23 de octubre de 2007

El Premio Nobel: ¡¡Otra batalla perdida!!.Por el Prof. Esteban Giménez



No sé si usted –estimada lectora, apreciado lector– sabe que el premio Nobel fue instituido por el científico sueco Alfred Nobel quien, acuciado por un inevitable complejo de culpa por considerarse responsable de muchas muertes, decidió donar su fortuna para que la fundación que lleva su nombre premiara a los mejores exponentes en Literatura, Medicina, Física, Química y la Paz, a los que posteriormente se agregó el de Economía.

Ahora, usted se preguntará “¿qué tiene esto que ver con la columna habitual del Profe? Pues, se trata de la pronunciación… mejor dicho de la acentuación del apellido de don Alfredo: Nobel… al que el noventa y cinco por ciento de los profesionales de los medios pronuncia [nó-bel], ignorando olímpicamente que en Suecia, a ese señor toda la vida lo llamaron (y hoy siguen haciéndolo) [no-bél]. El origen del apellido es latino, aunque la forma completa era Nobelius, pero en la sociedad sueca de entonces eran mal vistos los apellidos de tal procedencia, por lo que su padre decidió apocoparlo en la forma que hoy conocemos. De manera que, Nobelius (pronunciado [nobélius]), se transformó en Nobel (pronunciado [nobél]).

Pero… ¿cuál será la razón por la cual nuestros periodistas, cronistas, columnistas, especialistas… se resisten a pronunciar este apellido como corresponde? Si tuviera que intentar una respuesta, la basaría en la existencia del adjetivo novel: “nuevo, sin experiencia”, y como este calificativo se pronuncia [novél], algunos argumentan que para evitar la similitud fónica, se lo diferencia de esa forma.

No es una respuesta que me resulte satisfactoria. Yo preferiría que nuestros profesionales se pusieran las pilas y pronunciaran los nombre y apellidos como corresponde, además no se trata de un apellido de origen sajón o germano, ni siquiera chino o coreano… se trata lisa y llanamente de una palabrita de origen latino, lengua que dio al español el setenta y cinco por ciento de su léxico. Por otra parte, no veo cuál es la diferencia entre una acentuación y la otra, ¿por qué no usar la forma correcta?, ¿dónde reside el conflicto?, ¿sabrán realmente cuál es la forma adecuada? Tengo mis dudas.

Y dejé para el párrafo final lo más grave de esta columna: cierta vez, en una entrevista telefónica, el director de la Real Academia Española –don Víctor García de la Concha– dialogando con nuestro amigo Chiche Gelblung citó el premio… Nóbel (en lugar de Nobél). Él… nada menos que él… ¡¡el director de la Real Academia!! Al día siguiente envié una pregunta al respecto a la casilla de “consultas lingüísticas” de la RAE. ¿La respuesta? Me da vergüenza ponerla.