sábado, 8 de marzo de 2008

Edith...esa Gran Mujer

Si hablamos de mujeres que han dejado una huella profunda en Las Varillas, seguramente, rezonará el nombre de Edith Sturm de Zanello, alguien que hizo de la entrega, su filosofía de vida.
Al conmemorarse el 8 de marzo, el Día Internacional de la mujer,
nuestro reconocimiento a una de las más grandes que habitaron esta ciudad.

Edith Sturm fue la mayor de 4 hermanos. Nació el 13 de julio de 1940, en Pozo del Molle y siendo una niña, llegó a Las Varillas, para permanecer hasta sus últimos días en esta ciudad.
Desde pequeña demostró su entrega a los demás. La vocación de servicio fue el rasgo más distintivo de esta mujer que el común de la gente conoció y continúa recordando como una “gran persona”, calificativo que se ganó por la grandeza de su alma, dejando vestigios en los corazones de mucha gente.

Humildad e integridad, son algunos de los adjetivos que se desprenden al nombrarla. Edith tenía la virtud de dar sin esperar, de entregarse a los que más la necesitaron, de amar sin condiciones… La fe en Dios y su devoción por la Virgen, fueron los pilares de su vida.

Esa pasión por ayudar se trasladó a las aulas. Se desempeño como docente en la Escuela Normal Superior Dalmacio Vélez Sarfield en los grados superiores. Desde 1985 a 1988, fue vice directora de la Institución y al año siguiente, ocupó la dirección del mismo establecimiento, hasta 1993. Quienes la acompañaron en la tarea docente, fueron testigos de su labor, dentro y fuera de la escuela.Liliana Delfino, directora del nivel primario del D.V.S, además de trabajar con ella, la recuerda como amiga: “Edith era una persona de mucha fe. Una fe contagiosa. Dentro de la escuela era una persona muy querida, tanto por sus colegas como por sus alumnos”.
Liliana remarcó su perfil bajo, el alto compromiso que tenía Edith con la escuela y la definió como una persona “que reunió todas las cualidades”.
También dio clases en Las Varas, Alicia y en el secundario nocturno del Instituto Parroquial Gustavo Martínez Zuviría.Pero su actividad, no concluía en las aulas. Su fe religiosa la impulsaba a tender una mano a aquellos que menos tenían.

Muchos recordarán haberla visto en sus peregrinaciones hacia la Capilla del Lourdes, donde concurría diariamente, o en sus tareas parroquiales, siempre al servicio de los más necesitados.
Benedicto Luis Ruiz, representante de Cáritas local, tuvo la oportunidad de conocerla, no sólo en la escuela, sino también en el entorno parroquial. “Fue una gran persona, digna de imitar” expresó Ruiz, haciendo memoria de las virtudes de esta mujer.
Edith se casó con Luis Zanello en mayo de 1968. Tuvieron seis hijos: José, Fernando, Pablo, Ariel, Darío y Mariana. Su presencia en la empresa familiar también fue reconocida. Muchos de los empleados de la ex fábrica Zanello, tiene presente sus visitas por las instalaciones, el recorrido diario y su trato con el personal.
Mariana, la menor de sus hijos, mantiene intacta la memoria de su madre, de quien se siente orgullosa.“Mi mamá nos enseñó la humildad, la grandeza como persona y a ser fuertes”. Valores que no solo educó, sino que demostró con creces.

Muchas veces, al hablar de personas con semejantes cualidades, que sobresalen de las miserias humanas, resulta difícil encontrar las palabras para definir a mujeres como Edith, que pasaron por este mundo, perpetuando su presencia a cada paso.
Estuvo al lado del Padre Mensa, a quien admiraba profundamente. Siguió el camino del evangelio y vivió como una verdadera cristiana.Tanta bondad y trabajo por esta comunidad, hizo que una calle de Las Varillas, hoy tenga su nombre. Precisamente en el barrio de Cáritas, donde viven muchas personas a las que ayudó.

Fue madre, esposa, maestra, catequista, pero por sobre todas las cosas, un alma generosa que no tuvo reparos a la hora de ayudar y dar todo de sí.
Edith falleció el 24 de octubre de 2001 a los 61 años. Pero la muerte no pudo con el recuerdo. Edith construyó grandes obras en el interior de muchos y justamente, “lo que se construye en las almas, es indestructible”. Por esta razón, permanecerá por siempre, en la memoria de los varillenses.