
La documentación dice que Felipe Pompeyo Gómez, hijo de Clemente Gómez, nació el 9 de setiembre de 1899 en Las Varillas.
Quién sabe por qué razón me anda buscando ese nombre;*
Hay quienes creen que la dimensión de las personas está dada por la proximidad que han tenido con la suya propia, ya sea por consanguinidad, por amistad, por ideología, por contemporaneidad, y hasta por vecindad. Y si no han habido vínculos, la condición de ellas carece de significado y son merecedoras de la más absoluta sin memoria y prescindentes de toda consideración en el devenir de una comunidad.
En efecto, el olvido de un nombre conlleva la ausencia, en la historia, del hombre… Para recuperar esos “olvidos” ha sido necesario el entusiasmo de la memoria, la cual es formadora de su arte: la historia. Nosotros hoy consideramos que el olvido que es motivo de este opúsculo, es un intento de ocultamiento de presencia. O por contrapartida, con otra formulación, como escribió Borges: “El olvido bien puede ser una forma profunda de la memoria”. La mnemotecnia, funciona como instrumento para la memoria; no para el olvido. Observamos muchas veces lo siguiente, aunque lo reprobamos: suele darse entre nosotros un enfático régimen de apropiaciones y exclusiones –o por lo menos sustituciones-. (¡Auxilio!, porque con la sustitución se pretende forjar el olvido). Pero qué sucede: la exclusión de la presencia, para imponer ausencia, sólo logra darle más resplandor a esa presencia, y lo es así en el análisis que hemos abordado.
Por allí, en el ocioso revolver de antiguos manuscritos -genuinos documentos-, más conversaciones con vecinos, nos hemos encontrado con un nombre casi ausente en la memoria de Las Varillas, pero sin embargo ligado a sus orígenes y a Medardo Álvarez Luque.
¿Cuántas veces nos hemos reclamado, y preguntado a los que custodian recuerdos, a sus descendientes, acerca de su paso por estos lares? ¿Quién fue y que hizo por aquí alrededor de ciento treinta años atrás don Clemente Gómez? ¿Estuvo en Las Varillas antes que Las Varillas fuera Las Varillas?
… me gustaría saber como habrá sido aquel hombre.*
Como lo dejó escrito Bacon: en búsqueda de aquello que ya se sabía, se transformó en el descubrimiento de lo que aún no se sabía. Y en esa dirección marchamos.
Entre otros papeles –poderes, correspondencias…- disponemos de un breve manuscrito que es portador de un pequeño impreso, el cual más allá de la simplicidad de su dibujo, apela a la atención su fecha, cuya sobre escritura en esa viñeta pasaría desapercibida si no se le prestara minuciosa atención. El documento tiene, al costado izquierdo, un sello ovalado con el escudo de la Provincia y en su centro y el texto: “Oficina de Marcas - Córdoba”, y tres impresos: en la parte superior el número “76653”; inmediatamente debajo, una circunferencia con el texto “Renta Provincial de Córdoba – Cincuenta Centavos Nacionales”, más el dibujo del Escudo de la Provincia rodeado por diez estrellas. Y en el centro, arriba, en la mencionada viñeta, con letras de impresión “Año de” y manuscrito: “1894”. Al pie del documento, también, manuscrito, se lee: “Córdoba Mayo 23/94”, y la firma “Recabarren ¿º Archivo”. Pero lo importante de este documento es que se le otorga “permiso” a Don Clemente “para que pueda hacer construir la marca” para el ganado.
Porque están los que intentan hacer silencio acerca de lo que ha sucedido y de las personas que se han anticipado al 1900, es decir, a la colonización criolla –la primera-, protagonistas en estos parajes. ¿Será que todavía hay restos, no superados, de los viejos recelos y antagonismos entre “morochos” y “gringos”? Debemos ser honestos: si se habla de pioneros, hay que necesariamente admitir que los queridos criollos precedieron, en el soñar a Las Varillas, a los inmigrantes. Afirmar lo contrario, sería entramar una historia vacante, o peor, matar la memoria.
Veamos como en esta familia, los Gómez, se superaron estos prejuicios que sin embargo se enquistaron en no pocos tiempo después.
Felipe Pompeyo Gómez, hijo de Clemente, se casó con Rosa Sánchez, que era hija de Jesús Sánchez y Hermelinda Macagno -de origen italiano-.
Los nietos de Don Clemente Gómez proclamaron la victoria del amor –y la derrota a la xenofobia- de esta manera: Ramón Pompeyo se casó con Carmen Bonetto (de origen italiano); Jorge, con Matilde Lascano-Dubreuc (este materno de origen francés); el bisnieto Luis, con Adriana Gandolfo (¿de qué origen?).
¿Es posible que en el 2007 alguien se atreva a negar en la historia de nuestra historia, de los Alvarez, de los Luque, de los Moncada, de los Tisera…, de los Gómez, de los …? ¿Será que resulta molesta, si la tuvieron, su adscripción política? ¿O que, aquellos que proclaman la libertad de conciencia, de cultos, que se dicen libres de prejuicios, se sienten molestos porque estos “brunzûn”, de fines del siglo XIX varillense, profesaban el credo católico? Está claro: muchas veces que cuando el pluralismo es exageradamente pomposo es nada más que aparente.
¿En el principio era Las Varillas y Las Varillas nació cuando llegaron los inmigrantes europeos? ¿Y antes era la nada? Es que imponiendo esta vacancia de historia se impone una vacancia de nombres, lo que sería la impostora imposición, insistimos, de la vacancia del hombre. No nos interesa ahora el preguntarnos por los por qué.
Se reitera, lamentablemente, la modalidad que nos legó la Conquista Española: las fundaciones, excluyentemente, ¿lo son a partir de 1492? … Las Higueritas, pueblo de Córdoba, se sublevó y en un acto de justicia, decidió celebrar su nacimiento, precolombino, el 1 de Agosto, día de la Pachamama. ¿Nuestros criollos, no tendrían que decir, parafraseando al canciller boliviano David Choquehuanca (01-10-07), “recién estamos apareciendo a la luz pública, después de 500 años de clandestinidad”: ¿En Las Varillas, recién están, los criollos pioneros, apareciendo a la luz pública, después de 108 años de clandestinidad?
Pionero Don Clemente Gómez: quienes quisieron apartarnos de nuestro origen, tan solo lograron que nos encontremos con él. Sucede que hemos estado buscándolo a Ud. Y hemos sabido, por testimonios orales incuestionables, que anduvo por estos pagos desde los 14 años; quiere decir que si usted nació en 1867, esta fecha le sumamos los 14 nos da 1881, poco menos, poco más. Ocurre que también hemos llegado a sus hijos, y en particular nos detendremos ahora en Felipe Pompeyo. ¿Quién fue Felipe Pompeyo Gómez?
Como se habrá notado, hemos estado haciendo una concesión: empleamos, para entendernos con los que se expresan desde el positivismo más radical –que alguna vez puede caer en la trivialidad con la reconstrucción parcializada y trunca, que se restringe a acumular retazos de los hechos y de las personas-, su mismo idioma. La demanda de verismo se ve restringida por los cotos empíricos. Por eso seguimos acopiando, concediendo, documentación e invitando a exilarse de lo anecdótico para dar espacio a la reflexión.
(Permítasenos hacer una digresión: sólo podemos conocer el pasado, dice Nietzsche, si va asociado con el sentimiento de lo sublime, que es lo que llena el hueco de nuestras percepciones. Si nos anestesiamos amontonando información no tendremos imágenes plenas. Seremos como Funes el memorioso*** -holgazán en su catre- en el que la memoria no es más que un depósito en el que no se categoriza, no se establecen niveles, no se asocia, que servirá apenas como sedante, aunque con incapacidad de toda transformación; entonces: la interminable suma de minuciosidades termina siendo efímera; la enumeración no es suficiente para llegar a la verdad.).
Conforme rezan los siguientes documentos: 1.- Casamiento por Civil, Acta número 44, del 22-08-194l: Felipe Pompeyo Gómez, de cuarenta y un años de edad, …, nacido en Las Varillas, … 2.- Casamiento Por Iglesia, Acta Nº 579: autorizó el matrimonio de Felipe P. Gómez de cuarenta y un años de edad, natural de Las Varillas …, 3.- Matrícula Nº 2676124, Ficha electoral de Felipe Pompeyo Gómez. Nacido el 9 de septiembre de 1899 en Las Varillas … Atención: en esta Ficha están estampadas la impresión digital del pulgar derecho y la firma de Felipe P. Gómez. 4.- Del Registro del Civil de Villa Concepción del Tío: Acta número doscientos cuarenta y cinco, … el día once de Setiembre del mil ochocientos noventa y nueve … de una acta labrada por el juez de Paz de Pedanía Sacanta, Don Clemente Gómez, vecino de dicha pedanía declaró … que nació un niño …. Se le ha puesto el nombre de Felipe… 5.- Y por fin, y a riesgo de ser acusados de los mismo que se reprocha en el último tramo de lo anotado entre paréntesis un poco más arriba, extraemos del Acta de Defunción Nº 79, del 20 de julio de 1984, lo que sigue: Felipe Pompeyo Gómez …, nacido en Las Varillas el 09 de setiembre de 1899…
La reiteración de la fecha y lugar de nacimiento, que nadie ha enmendado aún, hacen que la información sea taxativa.
Don Clemente Gómez: con esto hemos llegado hasta aquí para pedirle perdón por los olvidos; como reparación hemos escrito esta recuperada memoria y que es también agradecimiento y reconocimiento por su impronta. En efecto, al encontrarlo a usted, nos hemos encontrado con Las Varillas inaugural.
Ahora sí podemos responder a la pregunta inicial Quién sabe por qué razón / me anda buscando ese nombre: el de Clemente, el de Felipe Pompeyo,... Hoy ya lo sabemos porque hemos encontrado al hombre, hemos encontrado a los hombres: los Gómez.
Y lo que viene, que es producto del azar, sin embargo dibuja la realidad de los laberintos de la historia que vale mucho más que una metáfora.
Señores Gómez: choznos, tataranietos, bisnietos, nietos e hijos de Ramón, de Jorge, de Felipe Pompeyo, de Clemente y la antigua Doña Juana, su madre: ¿sabían ustedes que su apellido, patronímico, deriva del nombre medieval español Gome o Gomo, de origen germánico, formado por la raíz gum- o gom, y que significa precisamente hombre?
Estamos creyendo que quizás en el futuro y a partir de hoy y de todas estas verdades, que quien advertida o inadvertidamente pronuncie el honroso y originario apellido Gómez, estará nombrando al “homo varillensis”.
Se podrá decir que quien escribe esto es un enano que ve más lejos porque está montado sobre las espaldas de un gigante. Y sí: el gigante que son estos documentos que tenemos a mano, hablan por sí mismos; el enano no ha realizado más que la modesta labor de desempañar el espejo desde lo alto. El argumento de que, por estar más arriba, el enano ve más lejos que el gigante, es legítimo. Pero de cualquier manera, aquél es prisionero de éste. Todo aceptado, aunque este enano, –yo-, bendice y se felicita sin ningún reparo por estar recluso en esta efusiva cárcel.
Epílogo
Mami: no me digas la verdad porque la verdad a veces me confunde…****
Desde la inocencia, siempre transparente, de la niña de tres años que esto dijo, tenemos la perspectiva con que los mayores, no a veces sino muchas, con maliciosa astucia nos inventamos falacias para que refuten (¡!) aquella verdad que no está en consonancia con lo que hemos construido para sustentar personales intenciones, tendencias e ideologías.
*Para Jacinto Chiclana. J. L. Borges.
** Junín. Jorge Luis Borges.
*** Funes el Memorioso. J. L. Borges.
**** Sol Peloso.