miércoles, 29 de julio de 2009

"MEZCLE Y CORTE"

“Mezcle y corte” es el primogénito libro de Ariel Garis (vendrán otros). Salió a la luz en enero de este año y con el sello editorial “De los cuatro vientos”. Lo hemos leído; no dudamos en recomendarlo. Es un gustazo para nosotros poder hacerle esta nota.

Una prejuiciosa perspectiva nos impondría que las primeras páginas –porque no pasa nada- nos resulten tediosas y así ceder a la tentación de hacer una lectura veloz, de saltearse párrafos y quizás alguna página. Pero sucede lo del penal San Quintín (California), con la representación de “Esperando a Godot” de S. Beckett, que ante la inicial desilusión de los reclusos por la ausencia de personajes femeninos, se dejaron tomar por el diálogo y permanecieron interesados hasta el final.

MyC provoca en el lector una impresión amarga, la de encontrarse ante la nada de la vida creativa para experimentar aislamiento y clausura. Pero el fastidio se hace entusiasmo gracias a la angustiante y urgente necesidad, avanzando los párrafos, de que pase algo. Por eso el lector vuelve atrás para recuperar lo torpemente leído; releer una, dos veces, y letra por letra. Estamos seguros de que al terminar el libro se buscará de nuevo el comienzo para reiniciar una segunda lectura –son netas 50 páginas-. Y vale la pena.

Es de un estilo deliberadamente intelectualista, que no está hecho para que se muestre al desnudo Ariel, sino para crear un ámbito de mayor volumen que sea el escenario adecuado al personaje narrador (¿el principal?). Las vidas neuróticas, esquizofrénicas, desesperadas, depresivas, olvidadizas, autistas, con migrañas – todas leves o graves-, se dan tantas veces porque están vacías precisamente de vida. De Absoluto. ¿Es tan difícil ser mínimamente creativos en y con las cosas elementales y cotidianas? El personaje del “cuento” lo resuelve por accidente, gracias a la milagrosa magia de la fantasía que siempre tiene mucho de juego: todos componentes humanos en sumo grado terapéuticos. ¡Ojo!: en esta nota no pretendemos ni queremos dar claves; las debe descubrir el lector. Por eso solo nos referimos al personaje narrador; los otros… Porque el elemento sorpresa y el sobresalto nos redimen, no pocas veces, del tedio.

En ese escenario aparecen mencionados muchos escritores (a excepción de Júpiter, César y Colón: a estos últimos dos no se los que menciona como tales sino por su incidencia en la historia). En cambio U. Eco, sin registro, lo está por las intertextualidades frecuentes (“catálogo de ciertas lecturas”, escribe en el prólogo Ariel, y su personaje narrador: “De todas formas una escritura es siempre una re escritura, la continuación inconsciente de una lectura”). Se suman a este modo J. Joyce y J. Cortazar.

Y además J.L. Borges: no por cuestión de cuerpo presente sino por ciertas formas literarias. Y esto no es un demérito, al contrario, como tampoco es un demérito que Homero esté en Virgilio, Virgilio en Dante y Dante en muchísimos.

Las tres posibles lecturas (nosotros las hicimos) que propone Ariel y por cualquiera las cuales puede optar el lector, hacen que el libro sea un solo cuento, dos y/o tres. El que está en cursiva es por momentos enredado, al estilo de algunas páginas de “Ulises”: la escenificación des los mecanismos diarios propios del personaje, constituyen el orden del desorden; el encabalgamiento de frases dentro de secuencias empecinadamente desmontadas ¿apuntan a ese significado?
Se tiene la impresión de que está escrito como una acumulación de definiciones, a veces triviales, a veces ambiguas, a veces difíciles, a veces complejas, que se adivinan hasta en los “quizás”, en las “sospechas” y hasta en los “pareceres”.

Las espaciadas reiteraciones de “las ventanas de marcos verdes”, las más cercanas de “el ojo en medio de la frente”, de “Oriente” y otras, son signos. ¿De qué? ¿Qué señal se no da con la antigua lapicera, en cuya compra se detiene, de “los años ´40? La puntuación, muchas veces desconcertante, incómoda, es un recurso que utiliza Garis y que pone como impronta en el personaje-autor del cuento (de los cuentos) para que se dibuje con sus personales perfiles.

En esa ciudad, que puede ser Córdoba, habrá quienes quieran identificar a Ariel con el personaje. Pero hay características que lo hacen distinto: el personaje no tiene amigos; dice para subestimarse: “uno es una cosa que anda por ahí”; “cuando terminan de conocerme resulto ya muy desagradable”. Si Ariel se minimizara, no se presentaría en concursos literarios con la esperanza cierta de obtener premios. Por MyC la Editorial “De los cuatro vientos”, le otorgó el Primer Premio (sobre 170 presentados), Medalla de Oro y su publicación.

Lo instamos a que persevere en esta su vocación de escritor; que no claudique ni ante las peores dificultades. Porque, como dice su auto subestimado personaje, citando dudosamente a Séneca (que nosotros hemos leído y meditado en el bíblico Job): “La vida es una milicia”.